Impacto del conflicto entre Rusia y Ucrania pone al mundo en alerta por posible escasez de alimentos
El G7 se reúne este viernes para abordar el efecto en alza de precios y producción. Mientras, algunas empresas deciden no cortar lazos con el Kremlin a la espera de ayudar a paliar la crisis y combatir el desabastecimiento.
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El conflicto entre Rusia y Ucrania se prolonga y, con ello, el temor por un impacto prolongado de la crisis en el bienestar social. Uno de los efectos más directos ha sido el repunte del precio del petróleo y del gas, pero también ha tensionado los precios de los alimentos, sobre todo de los cereales y los aceites vegetales, considerando que ambas naciones son consideradas "graneros del mundo".
Ahora los dos países representan el 29% de las exportaciones globales de trigo. También aportan el 19% del maíz mundial y el 80% de las exportaciones de aceite de girasol en el mundo.
Por ello, este viernes, los ministros de agricultura del G7 se reunirán de forma virtual para discutir las consecuencias de la invasión rusa en la seguridad alimentaria y cómo estabilizar los mercados de alimentos.
A esto se suma el efecto inflación, que se ha estado viendo de forma transversal. De hecho, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, su sigla en inglés), los alimentos subieron un 21% interanual en febrero.
El organismo también planteó la necesidad de seguir apostando por el creciente cultivo de nuevos alimentos, como insectos y medusas, como una alternativa, junto a las nuevas tecnologías, para garantizar la seguridad alimentaria mundial.
En medio de este escenario, con el efecto ya vivido de la paralización global por la pandemia, una caída de la producción de Ucrania con motivo de la guerra podría dar lugar a un desabastecimiento y llevaría al sector agroganadero a tener que buscar otras alternativas, a un precio más alto. De hecho, distintos sectores están pidiendo a la Unión Europea que flexibilice las condiciones y normas de seguridad alimentaria para poder importar cereales de naciones como Argentina o Brasil, en sustitución de los rusos y ucranianos.
La escalada ha cerrado efectivamente más de una cuarta parte del suministro mundial de un alimento básico utilizado en todo, desde pan hasta fideos y alimento para el ganado. Eso avivó el temor a un déficit de granos y llevó la volatilidad histórica de 10 días del trigo a su nivel más alto desde al menos 2012, según datos de Bloomberg.
"Hemos estado hablando con los proveedores para tener acceso a los granos que ya están esperando para ser exportados en puertos o barcos, pero hasta ahora se sabe muy poco sobre lo que sucederá con esos suministros y la venta agrícola", dijo Saban Buttanri, propietario de Agrolino Grain and Oilseeds, con sede en Estambul.
Solo se mueven unos pocos cargamentos en la región, especialmente desde los puertos rusos ubicados al sur del estrecho de Kerch, dijo.
Defensa empresarial
El debate ha llegado incluso al mundo empresarial. Si biencentenares de empresas de todas las industrias han decidido abandonar el territorio gobernado por Vladimir Putin, otras han optado por defender mantener sus operaciones ya que aseguran son vitales para ayudar a paliar la crisis.
Tal es el caso de Danone, Nestlé, Fast Retailing, McDonald's, Burger King y Papa John's, por citar algunas.
Este martes, el fabricante francés de yogurts defendió su decisión asegurando que tiene "una responsabilidad con las personas a las que alimentamos, los agricultores que nos proporcionan leche y las decenas de miles de personas que dependen de nosotros".
La firma tiene unos 8.000 empleados en todo el territorio, y la mayoría de sus ingresos provienen de las ventas de lácteos.
Los analistas de Bernstein calculan que la empresa gana alrededor del 6% de sus ingresos anuales de 24.000 millones de euros en Rusia, lo que la convierte en la más expuesta de los grandes grupos de consumidores de Europa.
En la misma línea se mostró Nestlé hace una semana, cuando optó por reabrir sus fábricas y almacenes, pero en este caso en Ucrania, en un intento por garantizar el suministro de alimentos y bebidas esenciales.
El grupo con sede en Suiza, que cuenta con tres fábricas y unos 5.000 empleados en la hoy devastada nación, había clausurado temporalmente sus operaciones tras la invasión de las fuerzas rusas.
Por su parte, Fast Retailing, la firma asiática matriz de Uniqlo, también dijo que seguirá operando en Rusia por considerar que "la ropa es una necesidad para vivir". "La gente de Rusia tiene el mismo derecho de vivir que nosotros", agregó.
Aunque el director ejecutivo Tadashi Yanai está en contra de la invasión e instó a todos los países a oponerse, dijo que cuestiona la tendencia de presionar a las empresas a tomar decisiones políticas.
Sus comentarios van en contra de los movimientos de algunas de las marcas más importantes del mundo para salir o suspender sus operaciones en Rusia, un revés dramático de tres décadas de inversión por parte de empresas occidentales y extranjeras tras el colapso de la Unión Soviética en 1991.